¡Madre!, Sufrida,
abnegada, infatigable,
esclava de un deber
sin ser pagada.
Años enteros,
una vida dedicada,
sin descanso, sin sosiego,
siempre para un hijo,
hallada.
Noches enteras sin dormir
Junto a una cama,
dando el amor más grande,
que poder se diera.
Cuidando al hijo,
o a una hija desvelada.
Unas fiebre, un dolor,
un sueño que la noche le
asustara,
¡ahí! Estabas con un beso
una caricia, unas palabras,
que los males, o el dolor
tú lo calmabas.
¡Madre! Que poco pides
para sentirte pagada,
a veces solo un beso,
a veces nada,
tú te sientes pagada
sólo con una mirada,
sentir que estás ahí cerca,
acariciando mi frente
en la almohada.
Quisiera volver a ser niño,
quedarme contigo, que el tiempo
no pasara.
Tengo miedo de crecer
y tú te vayas,
dejando en mí un vacío
que el corazón me parta,
que se pierda mi niñez
y mi inocencia.
Quisiera no crecer
y tú me vieras,
estar contigo siempre.
¡Madre! Que enorme pena,
que el tiempo es infalible,
no se para, no perdona,
no se queda.
La niñez se pierde,
nunca se ausenta.
Como pasa el otoño,
el verano, invierno y primavera,
o la leña que se quema
en una hoguera.
Todo pasa y se pierde
y nada queda.
El mundo va girando,
como una rueda.
Una vida sin madre
es vida muerta,
el cielo se oscurece,
si faltan ellas,
porque una madre es la gloria
viva en la tierra.
Autor: J.G. Alvarado “Susano”
Dedicada a mi madre Nicolasa Alvarado
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